Cómo organizar una reforma
Lo primero es saber exactamente qué queremos hacer, pues, aunque parezca algo obvio, muchas veces no se tienen en cuenta pequeñas obras que hay que realizar previamente o posteriormente.
Pediremos varios presupuestos de reformas y nos aseguraremos de que el contratista se desplaza a nuestra casa para ver qué hay que hacer. Eso sí, pediremos presupuestos cerrados, por escrito y con el membrete de la empresa. A la hora de elegir uno, debemos fiarnos de nuestro instinto o de si tenemos referencias de alguna de las empresas, pero nunca nos dejaremos llevar por los precios, ni el más barato será el peor ni el más caro el mejor.
Si podemos, guardaremos los muebles y enseres en una habitación cerrada, ya que el polvo es probable que se extienda por toda la casa. Intentaremos molestar lo menos posible a los vecinos, así que, avisaremos al presidente de la comunidad de las obras y, si hay que picar, procuraremos que no sea a primera hora de la mañana. Además, si los obreros van a usar el ascensor, es recomendable que pongan cartones en el suelo y las paredes para no dañarlo.
No debemos molestar constantemente a los operarios, pero tampoco esperaremos hasta el final para ver el resultado. Es muy bonito encontrarnos todo terminado y sorprendernos, pero si algunas cosas se están haciendo mal, es mejor corregirlas sobre la marcha. Tener un interlocutor único con el capataz es lo más indicado, así evitaremos órdenes por duplicado o consultas innecesarias. Y, finalmente, nos aseguraremos de que se llevan todos los escombros y desperdicios y que son ellos los encargados de gestionarlos.